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El
hombro es una articulación compleja, la más móvil del cuerpo humano y su
movilidad mecánica se lleva a cabo gracias a los músculos que la componen.
Tenemos una estructura ósea,
complejo articular del hombro,
que formado por varios huesos permite la
movilidad de la extremidad superior. Algunos muy conocidos como puede ser el
húmero, pero cuyo hueso principal es la
escápula
u omóplato y menos conocido. Su posición sobre la parte superior/posterior
del tórax es fundamental para el funcionamiento de esta articulación.
Articulando
con la escápula u omóplato encontramos los huesos de la clavícula y húmero y,
para que se mantengan en una posición correcta para su articulación mecánica están
recubiertos por cartílagos, ligamentos que los unen y una capsula articular que
recubre toda la articulación que contiene el líquido sinovial que alimentará a las diferentes estructuras
mencionadas.
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Entre
la clavícula, el acromion (parte más externa del hombro que pertenece a la
escápula) y la parte superior del húmero, existe el espacio subacromial, espacio por el cual pasa el tendón del músculo
supraespinoso. Este adquiere una gran importancia en la mayoría de los
movimientos de la articulación junto con los otros tres músculos del manguito rotador (supraespinoso,
infraespinoso, subescapular y redondo menor). En el espacio subacromial,
también encontramos una bursa (bolsa
subacromial) que se sitúa entre el acromion de la escápula y los tendones del
manguito rotador para evitar que rocen los tendones contra el hueso.
Para
que la articulación realice su función mecánica de manera correcta y podamos
llevar a cabo todas las actividades diarias que conlleva nuestra vida, tanto
laboral como domiciliaria, necesitamos que nuestro brazo y más específicamente
el hombro, trabajen de forma óptima. Para que esto ocurra, se tiene que
mantener un buen anclaje y orientación es el hueso de la escápula u omóplato,
ya que, es el principal actor para que exista una buena estática y dinámica de la cintura escapular.
El
problema lo encontramos en que el brazo posee gran cantidad de músculos para su
biomecánica, es decir sus movimientos, y por tanto de tendones que tienen que
fijarse en la parte anterior del brazo y del hombro, que pasan por un espacio
muy limitado además de los nervios motores y sensitivos así como la circulación
sanguínea.
Para evitar una descompensación con la musculatura
posterior y falta de fuerza, es necesario una buena musculatura interescapular, que frecuentemente está débil y
presenta importantes contracturas. Es necesario que la escápula u omoplato
mantenga un buen anclaje y no exista un trabajo mecánico inadecuado, que lleven
a las estructuras de la articulación del hombro hacia una posición
anteriorizada y a rozar con clavícula y
acromion. Esto suele producir inflamación, provocando dolor, perdida de
movilidad y afectación de la circulación sanguínea y nerviosa de la extremidad
superior.
Debido
al avance de la edad, pero sobre todo a mala posturas que vamos adoptando en el
día a día, movimientos de repetición y de esfuerzo, el espacio se va volviendo
cada vez más pequeño y se produce el roce de estructuras como los tendones, que
provocan los síntomas mencionados, debido a la compresión del espacio se
producen inflamaciones y que con el tiempo pueden llegar a provocar la rotura
del tendón del supraespinoso o manguito rotador, pero lo más importante es la
incapacidad funcional que genera la perdida de la movilidad debido a la
incapacidad de la contracción muscular que permite los múltiples movimientos de
nuestra extremidad superior.
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A
todo esto, debemos sumar la musculatura específica del brazo como es el bíceps
humeral o braquial que también interviene en los movimientos más importantes
del brazo junto con la cintura escapular. Con inflamaciones tendinosas de los
músculos ya mencionados, hablamos de tendinitis o tendinosis u otros síntomas
como bursitis en caso de inflamación de la bolsa serosa (bursa), síndrome de
pinzamiento cuando en movimientos de separación del brazo del cuerpo y en
rotación se atrapa el tendón del supraespinoso o calcificaciones del tendón
supraespinoso cuando existe alteración degenerativa en la articulación y
cambios en el flujo circulatorio.
Desde
la fisioterapia podemos tratar el grupo muscular o músculo afectado con
ejercicios autoasistidos, ejercicios activos libres, reeducación postural,
masoterapia y movilización articular. También están indicadas terapias físicas
como la termoterapia, crioterapia (sobre todo después de la actividad),
ultrasonidos o electroterapia.
En
el peor de los casos con rotura tendinosa e intervención por el cirujano, luego
es necesario fisioterapia para conseguir de nuevo una buena movilidad
articular. Además, si no se soluciona la causa que originó la disfunción mecánica
o la patología del hombro se volvería a tener molestias, por lo tanto, es
fundamental adquirir buenos hábitos posturales para evitar cualquier nuevo
episodio doloroso evitando que no vaya a más y corregir dicho problema.
Mejor prevenir . . .
Estiramientos
musculares que intervienen en los movimientos de la cintura escapular.
Indispensables para el mantenimiento de una flexibilidad adecuada, nos permite realizar las actividades de
manera más fácil y eficiente evitando lesiones. Con poca flexibilidad se
presentan inflamaciones de los tendones, pueden existir desgarros musculares y
aumenta la el dolor de la cintura escapular.
Estiramientos para la espalda, hombros y brazos: